

Resumen
Solis la Heredera del Trono Esculpido ¡y su lucha!

En su Versión estándar, el mapa Mítico de Solís Ilustra perfectamente la majestuosidad y belleza de la Malkah de Archante. Representada con orgullo en la pose más digna que una reina puede tener, deja que su aura real brille para que todos la vean.
Su penetrante mirada violeta, teñida de sabiduría y determinación, parece escudriñar el horizonte con absoluta seguridad, consciente de que lleva el destino de Artellium sobre sus hombros rectos.
El cabello de Solís está elegantemente trenzado y adornado con siete anillos, cada uno de los cuales representa uno de los siete casas de arca. Lleva en la cabeza una delicada corona que simboliza su rango. Los finos rasgos de su rostro se resaltan con finas joyas que los resaltan.
Su corsé dorado finamente elaborado revela sutilmente su busto y realza el encanto soberano que refleja la elegancia refinada digna de su linaje. Sus diseños son intrincados y representan la riqueza y el poder de su facción.
En su brazo, un brazalete de metal refuerza su apariencia de soberana guerrera, dispuesta a defender su tierra y su pueblo. Sin embargo, detrás de esta aparente confianza, Solís esconde una duda profunda, una fragilidad que mantiene en secreto, consciente del inmenso peso de su papel.
Una fachada imperturbable, tras la cual lucha en silencio contra sus propios demonios, sus incertidumbres. Un complejo que fue alimentado por un padre severo y exigente que no dejaba que su hija saliera airosa en nada. Cegada por el miedo de no estar a la altura del desafío y el peso del papel de Malkah. Se olvidó de mostrarle todo el amor y ternura que un padre debe dar a su hijo...
¡Y para ella qué sufrimiento tan horrible era sólo ese sentimiento!
Una sorprendente paradoja, entre el Rugido del Apologio y el Silencio del Trono de Solís.

En el versión alternativa de la carta mítica de Solis, la Malkah de Archante, está sentada en su palacio, congelada en una postura de autoridad que uno siente que es sobrenatural en ella. Su trono, macizo y austero, parece esculpido en la propia sombra. Solís reina en silencio, imponiendo respeto sólo con su presencia.
Vestida con un vestido largo de color blanco perlado con reflejos dorados, que cae en ondas perfectas hasta sus pies, hipnotiza con su elegancia a todo aquel que la mira. El corte es ciertamente estricto, sin adornos superfluos, pero cada detalle, como el bordado dorado y el cuello elevado, resaltan las cautivadoras curvas del Malkah.
Su rostro, cerrado pero imperial, está enmarcado por una corona radial dorada que se eleva como un halo, un halo de luz, que refuerza la dimensión casi divina de su autoridad. Sus rasgos son perfectos, su belleza y clase innegables, como si hubiera sido creada para el poder.
A ambos lados del trono, braseros de piedra arden intensamente, proyectando un resplandor dorado sobre las paredes, que contrasta con la oscuridad circundante. La atmósfera es solemne, como si el tiempo se hubiera detenido.
A sus pies, en el corazón de la arena sagrada de laApologioSe celebra el prestigioso torneo Aballition. Una joven luchadora de Rift llamada Aurèle participa anónimamente y se prepara para desafiar el destino y convertirse en Primus. Pero sobre todo, desde su balcón. Este es Solis lo que estamos viendo. Ella, cuyo silencio vale todos los discursos.
Solis no necesita palabras. Su mirada firme y soberana recuerda a todos que ella no es solo una reina, Solis es el pilar de Archante, la guardiana silenciosa de un imperio que ni se doblega ni se doblegará jamás.